martes, 4 de agosto de 2015

Humanismo secular y misantropía

   Debido a los fuertes azotes que la humanidad se da a sí misma,  así como el daño que provoca al resto de las especies animales y los flagelos que acomete a su propio planeta, es común encontrar personas que cayeron, y con razones, en la misantropía (como sabemos, la misantropía es la actitud de desprecio hacia la humanidad).
Muchos misántropos, me atrevería a decir que la mayoría, adoptan dicha actitud al observar una especie que se auto-mutila y mutila al resto, que se autodestruye y destruye lo que se interponga en su paso, que lleva la violencia y el egoísmo como estandarte. Y realmente, a veces dicha postura parece algo entendible. Hay en ésta claros problemas de carácter filosófico que merece la pena analizar.
Los misántropos desprecian  tanto la humanidad que tortura animales, mata niños de hambre y provoca guerras como la humanidad que crea hermosas obras de arte, se preocupa por el bienestar y busca el desarrollo -aunque dicho sector sea lamentablemente escaso-. En definitiva, en la humanidad hay tanto por odiar, como por defender. Esto suele ser ignorado por los misántropos que generalmente adoptan una posición pesimista, afirmando que la humanidad está perdida y que no vale la pena hacer algo por ella, o, en los casos más extremos, que merece ser exterminada.
Es un error creer que toda postura misántropa es igual y por eso es difícil hablar de ella, por lo tanto clasificaremos dos diferentes tipos de misantropía. La misantropía fuerte y la misantropía débil. Definiré la misantropía débil como el desprecio a la humanidad basada en centrarse en los aspectos realmente odiables de la misma. Dicha misantropía no suele ir mucho más allá de la opinión; “la humanidad es algo malo” (aunque esto claramente puede derivar en acciones). En cambio, la misantropía fuerte pasa a ser patológica, llevando al intento de destruir o dañar la misma, por ejemplo con asesinatos en masa. Daremos más importancia a la primera que, por suerte, es más popular que la otra.
Del otro lado de la misantropía tenemos al humanismo, o humanismo secular. Según el humanismo el bienestar humano es importante, y según el humanismo  secular la humanidad misma debe hacerse cargo de sus problemas (y no dioses ni mesías) y resolverlos para encaminarse al progreso, el bienestar y el conocimiento, entre otras cosas (más adelante definiremos de manera más convincente este sistema filosófico). Lo que para la misantropía está perdido, para el humanismo no tanto. Si una adopta una actitud pesimista hacia el estado y el rumbo de la especie humana, la otra adopta una postura realista al no ignorar los problemas realmente graves que aqueja ni las posibilidades que esta tiene de superarlos… para ésta última, intentar superarlos vale la pena.
Muchos misántropos se sostienen en su postura en una especie de paradójico roce a la cosmovisión del humanismo. Es decir, su odio hacia la humanidad se debe al ver que ella misma se destruye. Les importó la humanidad y su desarrollo, pero al verla estancada y en guerra con ella misma, la frustración los lleva a odiarla. Es común ver y entender esta actitud en los frustrados y en los pesimistas, de hecho, ¿Quién no sintió lo mismo alguna vez? Esta forma de misantropía débil y humanismo frustrado es asombrosamente general, y en este momento un problema relevante. Las personas desde hace mucho, están perdiendo las esperanzas.  Un ejemplo es el Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria, de origen estadounidense. Dicho movimiento alega que la humanidad ya causo mucho daño y que merece extinguirse voluntariamente evitando a rajatabla la reproducción de la especie.
Detrás de esto, hay otras posturas estrechamente vinculadas; el individualismo y el altruismo. Los que ya no tienen esperanzas ni voluntad para con la especie, suelen recurrir al individualismo, y los que se preocupan por ella, los humanistas, al altruismo.
Al igual que con la misantropía, hay varios tipos de individualismo. Para sintetizar, optaremos por clasificarlos como anteriormente, el individualismo débil y el fuerte. El individualismo débil destaca la obvia importancia del desarrollo de la personalidad individual, defendido por ejemplo por Oscar Wilde y Emma Goldman. Este individualismo es totalmente positivo y necesario. Al otro lado tenemos el individualismo fuerte, sostenido por ejemplo por los economistas de la escuela Austriaca, Max Stirner  y Ayn Rand. Este individualismo (que es al que nos referiremos más adelante) es una especie de solipsismo que promueve el egoísmo llevado al extremo, es absolutamente nocivo al desarrollo humano y está vinculado con algunas tendencias misántropas, posiciona a uno mismo por encima de los demás en todo sentido y lleva al malestar social. Una sociedad de laissez faire no es una sociedad, es una antisociedad. Totalmente contraria a la ética del humanismo, el egoísmo extremo es un cáncer social. Sin embargo vale aclarar que no todos los misántropos son individualistas fuertes, muchos desprecian a la humanidad al ver que está sumergida en el egoísmo extremo.
El altruismo es la posición que lleva a la humanidad  a la solidaridad, el desarrollo, la igualdad, la libertad, la cooperación y el bienestar de la misma. Fue duramente criticada, tanto por los economistas del capitalismo salvaje, como defendido por la ideología socialista –incluido el anarquismo clásico- y los filósofos humanistas. Esto no quiere decir que todo el egoísmo sea malo, se necesita ser tanto egoísta en algunos aspectos como altruista en otros, el problema es cuando el egoísmo se exagera y el altruismo se menosprecia.  Incluso son falsas tanto la visión de que solo existe individuos y no sociedades (individualismo ontológico)  como la que solo importan las sociedades en su totalidad (holismo), tanto los individuos como los sistemas sociales existen, y para que estos segundos funcionen correctamente se necesita tanto del egoísmo moderado como del altruismo inteligente y completo. Éste va mucho más allá que dar míseras limosnas a algunos necesitados y sentir simpatía por el sufrimiento, el altruismo inteligente y completo debería ser lo que nos mueva a construir una sociedad donde la miseria sea imposible y a sentir simpatía no solo por el sufrimiento sino también por la alegría, la felicidad, la salud y la belleza, cosa que es mucho más difícil.  
 

El humanismo secular

(Para ver una definición similar y en la que me basé, ver Bunge 2001 “Crisis y reconstrucción de la filosofía cp 1)


Parte del humanismo, y que merece destacarse es el humanismo secular. Básicamente es una versión más desarrollada y consistente del humanismo. Según el humanismo básico el ser humano es importante y debe desarrollarse. Pero el humanismo secular va más allá, es positivo en algunos aspectos (en el sentido que defiende ciertas cosas) y negativos en otros (niega otras). Por ejemplo niega que existan entes paranormales y sobrenaturales como dioses, por lo que el ser humano debe hacerse cargo del ser humano. El humanismo secular se basa en consignas de la Ilustración y el Iluminismo: laicismo,  racionalismo, igualdad, fraternidad, libertad, progresismo, bienestar y desarrollo de la humanidad por encima de todo. El humanismo secular es necesariamente ateo, aunque compatible (al igual que el escepticismo científico) con el panteísmo, o el teísmo de Spinoza -que no es más que ateísmo disfrazado, ya que estos “teísmos” no corresponden con la definición más extendida de dioses (no son personales ni inmateriales). Y también, claro, con ciertos tipos de agnosticismos. El humanismo religioso no es en verdad completamente humanista, aun comete el error supersticioso y primitivo de priorizar entes sobrenaturales sin evidencias sobre seres humanos,  y en el caso de creer que los seres humanos deben ser sumisos siervos de dichos entes ficticios, no es humanismo en absoluto. 
El humanismo secular es un sistema filosófico. Puesto en lista, estas son algunas características:
1-Cosmológica u Ontológica: No existen dioses ni otros entes sobrenaturales, tampoco el alma, mundos de espíritus, cielos paradisiacos o infiernos. El mundo es material (materialismo científico),  y es el único real, existe independiente de nosotros y lo que nosotros pensemos. Tampoco existen Mundos de las Ideas o ideas fuera de cerebros como propone algunas formas de idealismo. El humanismo también es sistémico (ontología que entiende a todo como un sistema o parte de un sistema) al reconocer que la humanidad es un sistema, por lo tanto para que esta progrese se necesitan cambios integrales y soluciones sistémicas. El mismo humanismo secular es un sistema, un sistema filosófico, que intenta abarcar cada aspecto de lo humano.
   Es importante aclarar que cuando hablamos de materialismo no estamos ignorando la existencia de lo que no es material en el sentido vulgar de la palabra (ósea tangible o visible). Por ejemplo, un materialista obviamente admite la existencia del electromagnetismo y otro tipo de energías medibles y comprobables -de alguna forma-, pero no de las energías místicas no medibles ni comprobables como el aura o los chakras. Y claramente acepta la existencia del amor, la tristeza y otras sensaciones que no son “materiales” en el sentido vulgar, claramente para un materialista las emociones y los sentimientos existen pero dentro de un cerebro, un cerebro material. Un materialista creería en lo que posee evidencias.  También es importante aclarar que no hay que confundir materialismo ontológico con materialismo histórico marxista, ni menos con el consumismo.
 Toda la cosmovisión del humanismo secular es compartida por la ciencia y el escepticismo racional.

2- Antropológica: Los individuos son tanto diferentes entre sí, como iguales. No hay raza o sexo superior, no hay superhombres, no hay autoridades supremas que deban obedecerse ciegamente, no hay grupo de personas que merezcan privilegios injustos ni que merezcan más que los demás injustamente. Actitudes que intentan generar una creencia de superioridad arbitraria a cierto grupo de personas, como el nacionalismo o las sectas son totalmente falsas y nocivas.
Una máxima del humanismo es que “la igualdad nos hará libres”. Esto no quiere decir que todos los humanos deban ser iguales en el sentido de que el desarrollo personalidad individual no exista, cada uno es igual a su prójimo en algunos aspectos fundamentales (como que todos somos humanos y buscamos nuestro bienestar) y diferente en otros.

3- Axiológica y ética: (Es importante desarrollar ampliamente este punto). Hay valores transculturalmente u objetivamente positivos que deben realizarse y defenderse; como la objetividad misma, la solidaridad, la verdad, la libertad, la igualdad, la honestidad, la justicia, la paz, el conocimiento, el bienestar general,  etc. En cuanto a la tolerancia; el humanista secular es tolerante en algunos aspectos como intolerante en otros, no todo merece tolerancia. Por ejemplo; el machismo, el racismo y la homofobia no son dignos de tolerancia, como si lo son la orientación sexual, los gustos personales que no comprometen al prójimo, etc. (esto no justifica que esté bien golpear homofóbicos o racistas ni nada parecido).
El relativismo axiológico y moral es nocivo y antihumanista, así como también el absolutismo axiológico que ignora valores subjetivos o locales. La objetividad axiológica y ética es cuestión de grados, nunca una norma o un valor puede ser totalmente objetivo, por ejemplo, porque no existen por sí mismos.  Pero eso no quiere decir que no puedan objetivarse de alguna forma, tomemos como ejemplo el frio. El frio es en gran parte subjetivo, en una sala algunas personas tienen más frio que otras, pero ninguna sobrevivirá (sin importar la cultura o lo que crea) al frio hostil de la Antártida sin un debido equipamiento, como ser ropa de invierno. Del mismo modo la objetividad de la axiología y la ética, hay normas que no son dignas de objetivarse y que son subjetivas, como los modales en la mesa, y otros que si, como el trato a la mujer en las diferentes culturas, así como hay temperaturas subjetivas y objetivas para las personas.
En el aspecto ético destacaremos dos principios fundamentales; a) Tratar de vivir bien y disfrutar la vida así como ayudar a los demás a estar bien y disfrutar la vida. b) Todo aquello que contribuya al bienestar de un individuo sin poner en riesgo los derechos básicos de otro es bueno o correcto. (Principios del Agatonismo).
La moral no depende de deidades. La ética debe ser regulada y dirigida por los humanos, es tan artificial como el Derecho. Las personas deberán encarar los problemas morales desde ella, es decir, desde las herramientas formales de la filosofía, y en lo posible con ayuda de la ciencia (sobre todo la ciencia social). Intentando encaminar así el análisis de la moral objetivamente, de modo que se hagan juicios morales dependiendo de lo que beneficia o no, de lo que demostró conducir al progreso o no, sosteniéndolos mediante la argumentación solida proveniente de la reflexión racional, los datos empíricos y el estudio del caso.  Una ética humanista tiene como objetivo el progreso de la humanidad. Esto quiere decir buscar su bienestar general promoviendo acciones como ayudar al prójimo, producir para los demás, pensar en los demás, ayudar a ser felices a los demás, ser tanto egoísta como altruista, etc. ya que demostraron ser eficaces para alcanzar dicho objetivo.
La ética del humanismo secular debe reconocer la existencia de derechos y deberes. Por ejemplo, si se encuentra una persona accidentada en la calle es nuestro deber como humanos ayudarlo. En cuanto a los derechos: es un derecho primario de todos el privilegio de acceder a una educación primaria, secundaria y universitaria pública, laica y gratuita. También es un derecho primario una atención médica pública y gratuita.  Todos tenemos los mismos derechos y deberes básicos, así como tenemos (o deberíamos tener) igualdad ante la ley –con algunas excepciones como el caso de alegato de demencia.
No existen valores morales ni axiológicos objetivos en sí mismos, para objetivarlos hay que utilizar como referencia un objetivo (como fines, principios o axiomas), en el caso del humanismo secular, el objetivo (objetivo como fin, no objetivo como opuesto a subjetivo) es el progreso, la felicidad y el bienestar entre otros aquí aclarados, a partir de ahí se puede deducir aproximadamente que es objetiva o transculturalmente bueno o malo, respecto a los objetivos expuestos. Por ejemplo, asesinar personas al azar, la pena de muerte o el sexismo es objetivamente negativo (malo) porque contribuye al sufrimiento de la humanidad y eso es absolutamente demostrable (sin importar la cultura que sea).
El hecho de matar es “malo” porque choca contra un  principio ético importante del humanismo que es que “la vida de un individuo le pertenece solo a éste” cosa que es un derecho inalienable, como es un deber social proteger la vida de los demás. Este principio también nos dice que la pena de muerte es moralmente inaceptable, además de que las evidencias empíricas la indican como ineficaz y demuestran que se llevó muchas vidas de inocentes (y lo mismo va para los linchamientos que terminan en asesinatos). Ya Tomás Moro -semihumanista del Renacimiento y pionero del protosocialismo- nos advertía de esto, aunque solía recurrir a argumentos religiosos, cosa totalmente entendible teniendo en cuenta la época. Él sabía que la delincuencia es engendrada por la misma sociedad que promueve y perpetúa la desigualdad. Hoy también sabemos que muchos asesinos, como otros delincuentes son víctimas de enfermedades mentales y que los factores socioculturales y socioeconómicos no son los únicos que influyen. Este conocimiento que se nos fue dado gracias a la ciencia nos ayuda a comprender más a fondo tanto éste problema moral como muchos otros, y nos permite entender de manera más profunda que la pena de muerte es injusta, que la sociedad está recurriendo a matarse a modo de esconder los problemas sociales “debajo del tapete”: tanto los correspondientes a la desigualdad, que es de los principales factores que enferman y llevan a la delincuencia; como los correspondientes a la carencia de atención psiquiátrica pública y de calidad que permita contener y ayudar a mejorar a los que padecen enfermedades mentales como la sociopatía (que suele llevar a comportamientos aberrantes contra el prójimo). “Que se corten de raíz los males es mejor que dejarlos crecer para después castigarlos”, escribía Moro.
Volviendo al primer ejemplo, un caso muy similar al hecho de matar personas al azar es el acto abominable de la guerra, la guerra es lo peor que puede emprender el ser humano y debe ser repudiado en todas sus formas por cualquiera que se pretenda humanista.  Se puede decir que la guerra es objetivamente mala porque además de que involucra la muerte de personas, que trae sufrimiento, o sea malestar,  produce un terrible derroche de recursos que podrían contribuir a la riqueza y al progreso de la humanidad, y no a su destrucción. Creo que en la actualidad está suficientemente claro por qué la guerra es la mayor forma de imbecilidad como para dar más explicaciones. No hay acto más horrible e injustificado. Ningún humanista secular propiamente dicho puede ser capaz de alistarse en el ejército, el militarismo es la mayor traición a la inteligencia humana.  El ejército es una institución que el humanismo debe desmantelar.
También se deduce que el tercer ejemplo es objetivamente incorrecto e inmoral por el principio antropológico del humanismo que destaca que no hay sexos inferiores ni superiores, lo que echa por tierra todas las actitudes sexistas, junto con el principio que promueve el bienestar general (o sea, de ambos sexos) y repudia el maltrato y la discriminación.
No todos los juicios morales se pueden objetivar, pero algunos sí y eso destaca el humanismo, por ejemplo, promover o perpetrar la desigualdad social o socioeconómica es objetivamente malo, porque al igual de condiciones sociales positivas para todos hay menos sufrimiento, menos violencia y mayor cantidad de personas que pueden colaborar al progreso de la humanidad. Si no hay pobreza extrema, desnutrición, gente que es arrastrada a la delincuencia, adicciones patológicas causadas por la miseria ni gente esclavizada por trabajos que no benefician a la sociedad, mayor cantidad de personas pueden colaborar en que la sociedad progrese mediante el arte, la ciencia, la filosofía, las técnicas, etc. Mientras menos miseria, más artistas y científicos, mas ingenieros, nobles profesores y médicos. Así como también más gente que pueda tener trabajos que hacen bienes sociales, como un electricista, un psicólogo, un hábil albañil o un deportista admirable e inspirador. La desnutrición y la miseria demostraron paralizar la capacidad de trabajar de forma rentable y productiva. Mientras haya menos ayuda social y más desigualdad socioeconómica, pobreza y desnutrición, habrá menos personas que puedan contribuir a la sociedad mediante el trabajo, esto es lo que demostró el historiador económico Robert Fogel.
Ya que sin desigualdad la sociedad progresa y se beneficia, el humanismo tiene razones racionales para considerar a la desigualdad social objetivamente mala. Sin embargo, la igualdad seria negativa si significa que todos sean igualmente pobres y oprimidos, con igualdad nos referimos a que todos puedan vivir bien, que las riquezas puedan ser distribuidas de forma que no exista la miseria, no de forma que la miseria sea algo general.
También necesario suprimir el dolor y el sufrimiento tanto de los humanos como de los animales, incluir a los animales en los juicios morales es racional, mientras que maltratarlos innecesariamente es inmoral y arbitrario. El maltrato animal además de perjudicar al maltratado perjudica al hombre, puesto que lo desensibiliza y genera daño a las personas sensibles que los rodean. El humanismo secular no es especista, en el sentido que desprecia otras especies, es humanista luchar por una ética que abarque a los animales (no humanos) porque hace a las personas avanzar moralmente. Desaparecer el dolor animal y cultivar la empatía es parte del progreso humano. Desde ya sabemos objetivamente que el dolor existe y hasta es medible, como también sabemos que es indeseable para todos y que su presencia innecesaria no concuerda con nuestros objetivos, por lo tanto, se puede deducir que causar dolor merece ser evitado y en la mayoría de los casos se merece el calificativo moral de “malo”. (La biología se encargó –metafóricamente hablando-  de proveernos de una herramienta o base moral esencial, la empatía).
Con respecto a la ética ambiental, el humano posee este único planeta para vivir, por lo tanto es totalmente obligatorio que cuidemos el medioambiente.  Dañar el medioambiente es dañar la toda la vida en si,  por lo tanto es negativo y merece ser evitado, así como cuidarlo es positivo y necesario. Negar hechos científicos como el calentamiento global antropogénico además de pseudocientífico es antihumanista, ya que defender los intereses de capitalistas salvajes y no los del bienestar  general es abominable. (Los “estudios” en los que se basan los negacionistas del cambio climático son financiados por corporaciones que se interesan en explotar recursos sin la intervención estatal para el cuidado del medioambiente, esto explica porque los liberal-libertarios y anarcocapitalistas apoyan el negacionismo).
Es importante para una ética ambiental humanista el control consciente de la natalidad, el planeta tierra esta peligrosamente sobrepoblado de humanos y es necesario que se tomen medidas, y obviamente no me refiero a medidas eugenesistas como creerán algunos conspiranoicos. La reproducción inconsciente promovida por la moral católica pone en grave peligro el curso de la humanidad, recordemos que los recursos de nuestro planeta son delicadamente finitos. (El Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria no está del todo equivocado).
Así se deduce que para el humanismo secular el relativismo o nihilismo moral es insostenible. Por ejemplo, para un relativista moral está bien que musulmanes apedreen o castren mujeres, cosa que a un humanista le daría asco, por el hecho de que ser de otra cultura no justifica el maltrato ni el sufrimiento humano.
Todo esto no quiere decir que para ser un humanista secular uno deba ser el mejor ejemplo de persona y obrar de forma que estos sean mandamientos divinos que uno deba reproducir mecánicamente. Es simplemente una postura y una base coherente de donde encarar los problemas morales, cosa que no puede evitar plantearse ningún ser pensante. La moral es algo imprescindible para la vida en sociedad.  La ética del humanismo secular puede no ser perfecta, pero es ciento de veces mejor que alternativas como el intuicionismo, el sentimentalismo o  la religiosa de basar la moral en un libro escrito hace milenios por gente bruta, bárbara y primitiva; creyendo que tiene un sustento en un supuesto ser omnipotente del que no hay ninguna evidencia. De hecho, los que evalúan la moralidad de sus acciones teniendo como único criterio escrituras sagradas (como el apologista cristiano William Lane Craig), no son seres morales, son una especie de robot que funciona a programación; ridículos, inmorales e irracionales. Tampoco la alternativa de basar la moral en las leyes es válida, que algo sea ilegal no quiere decir que necesariamente sea inmoral, tampoco todo lo que es legal debe de estar “bien”, en todos los países siempre existieron leyes injustas. El Derecho debe basarse en la ética, no a la inversa.

4- Gnoseológica: es importante y posible conocer la verdad objetiva acerca del mundo y de nosotros. Para ello la razón, el escepticismo racional, la experiencia, la filosofía analítica, la crítica y sobre todo la ciencia  son esenciales.
Una forma de misantropía débil, por lo tanto contrario al humanismo secular, es el oscurantismo, presente en el ocultismo u otras pseudofilosofias (como la masonería), que propone que hay conocimientos que solo deben ser rebelados a “unos pocos”, a una elite, a una minoría o a unos iniciados. Esto es despreciable, porque no solo estos “conocimientos” suelen ser en su mayoría falsos, sino porque el conocimiento como totalidad debe ser accesible a todos y no tiene por qué formar herméticas elites de ningún tipo. Es característico de la misantropía despreciar, subestimar y subvalorar a la humanidad, como decir que no “merece” ciertos conocimientos. El humanismo deberá así despreciar al oscurantismo y abrazar la accesibilidad de todo conocimiento.
También los humanistas seculares deben comprender todo el daño que causa todo tipo de dogmatismo y hacer lo posible por erradicarlo.
Esto debe dar a entender que para el humanismo secular el escepticismo radical y el relativismo gnoseológico posmoderno son falsos y nocivos como lo es el pensamiento mágico en general.

5- Religiosa: Un humanista secular debe tener en cuenta que las religiones son negativas para la sociedad así como las supersticiones, la pseudofilosofía, la pseudociencia, las falsas conspiraciones, los mitos, las mentiras y las sectas. La religión es la peor forma de irracionalismo, de pensamiento mágico, de dogmatismo, de conservadurismo y de estupidez. Es un atentado a la inteligencia y al librepensamiento. Inherente a una ontología idealista, una gnoseología mística y anticientífica (la creencia en que la ciencia y la religión se “complementan” o incluso que pueden convivir es totalmente falsa), una ética monstruosa y primitiva, una visión existencial fantasiosa y egoísta, y una visión antropológica que posiciona a sus practicantes por encima de las demás personas, la religión es la total antítesis del humanismo secular, es además… su enemiga.  El humanista secular debería atacar a las religiones mediante la crítica y los medios intelectuales.
Sin embargo la libertad de culto debe estar permitida, pero hasta cierto punto. No deben prohibirse ni perseguirse religiones o cultos de forma violenta como lo hizo la Iglesia Católica, aunque si deben prohibirse y desmantelarse las sectas extremistas y peligrosas que aíslan y corrompen personas. Tampoco se debe discriminar por creencias, pero sí tiene que existir total libertad para blasfemar. Las personas se respetan, pero no sus ideas o creencias. El Estado debe ser totalmente laico y no debe involucrarse ninguna creencia o deidad en los problemas humanos, solo los humanos se harán cargo de los humanos.
Ser ateo no es ser humanista: un religioso puede ser medianamente humanista (aunque no humanista secular), así como un ateo puede ser antisocial. Por ejemplo, Nietzsche era ateo, pero no era humanista secular, ya que es un exponente de la contra-ilustración y pionero de la corriente posmoderna.

6- Existencial: Como dijimos, el humanismo secular no reconoce quimeras de mundos ni vidas ultraterrenales. Un humanista encara su existencia de modo realista, es decir, este mundo es el único existente, somos primates por lo tanto somos animales y no existe el alma ni nada inmaterial o trascendental que nos componga, vivimos una única vida para disfrutar y la vida humana en si misma carece de sentido pre-establecido. Esto no quiere decir que debamos vivir de forma pesimista alegando que nada tiene valor en la vida. El humano debe darle un propósito a su vida sin creer que la vida posea en sí misma un sentido u objetivo establecido, cosa que sería caer en un pensamiento teleológico religioso (solo algún tipo de deidad seria capaz de configurar nuestra existencia de modo que tenga un sentido u objetivo y poneros allí a cumplirlo).  El vacío de un sentido  frente a la existencia es una de las principales 
razones por la cual los humanos crearon las religiones, a la humanidad siempre le costó entender que son causa del azar y que su vida no tiene sentido objetivo. Un humanista se auto-propone “sentidos” (más bien objetivos) de vida útiles a la humanidad, como vivir para aportar al progreso humano, vivir para ser personas creativas que aporten a la cultura, vivir para ayudar al resto, etc. mientras se busca su propia felicidad, su propio goce, la realización de sus placeres y de su propia personalidad.
Proponerse “vivir” siendo "bueno" para morir e ir al cielo es algo totalmente egoísta, inmoral y estúpido; como también es estúpido no hacer lo posible por disfrutar de la única vida que tenemos, o intentar disfrutarla mediante el amontonamiento de bienes materiales.

7-Politica: Democracia, igualdad, progresismo, laicismo, y libertad. La gente debe ser culta para que la sociedad funcione en democracia, al menos, culta sobre cuestiones sociales. El humanismo tiene el deber de promover la educación pública, gratuita y de calidad, para que así la democracia pueda funcionar.  Me atrevería a decir que el socialismo es la base política y económica del humanismo secular, así como la base del socialismo es el humanismo. Pero para que el socialismo funcione, no debe ser ni autoritario ni fruto de una revolución improvisada. El auténtico socialismo jamás existió, y solo podrá existir cuando el humanismo secular sea algo general. Ningún despotismo, tanto de gobernantes como de corporaciones privadas, regirá sobre una sociedad humanista.
En cuanto a la libertad, el humanismo secular reconoce (como lo hizo Bakunin) que la libertad no puede ser realizada más que en sociedad y en la más estrecha igualdad: “no soy verdaderamente libre más que cuando  todos los seres humanos que me rodean son igualmente libres”. Algunos de los valores principales del humanismo secular son los de la Ilustración, “igualdad, fraternidad y libertad”. Estos deben entenderse como las tres puntas de un triángulo, donde cada uno no puede realizarse plenamente sin el otro. Un humanista es un fanático de la libertad, y por ello, debe reconocer las imposturas de la libertad, como la visión que entiende por libertad únicamente a la libertad de comercio. Esta visión de los llamados “libertarianos” nada tiene que ver con la libertad como la entienden los humanistas seculares.

8- Tecnológica: La ética del humanismo secular también es un modo de guiarnos para con la técnica y la tecnología de modo que estas sean utilizadas para provecho y desarrollo de la humanidad. Por ejemplo, nos permite tener un base a la hora de analizar los problemas y las consecuencias  que conllevan la creación o uso de artefactos, tecnologías y técnicas, como las bombas de hidrogeno, el Internet, los alimentos transgénicos, el Derecho, la política, etc.  Aunque algunos artefactos como las bombas de hidrogeno presentan conclusiones claras, como que definitivamente no deberían existir, otras técnicas u tecnologías poseen problemas éticos más ambivalentes o complejos donde el humanismo como base nos puede generar un panorama más claro.  En cuanto al Derecho, tal vez nos haga pensar que éste deba empezar a basarse más sobre las cuestiones éticas y científicas bien fundamentadas y menos en convenciones, tradiciones y costumbres.
No son propias de la visión humanista secular los planteos retrógrados del ludismo moderno común en los movimientos místicos newage o la filosofía heideggeriana; es un hecho innegable que la tecnología mejora la condición humana, aunque esta necesita de conocimientos científicos, racionalidad y una consistente ética que la guie en su uso. Tanto sin tecnología como sin ciencia el progreso humano se desmorona, y hasta la especie misma, por ejemplo: sin la biotecnología  y la agrotecnología actual ponemos en riesgo la salud y la vida de casi toda la población mundial.  Además la tecnología, como ser la robótica, libera al hombre de la esclavitud aún vigente, que es la esclavitud asalariada del trabajo forzoso, repetitivo, degradante y autómata que puede ser reemplazado por ésta, dejando así al hombre su vida para desarrollarse en lo que  mejor ofrece su condición, como el arte, la filosofía, la ciencia, el deporte, etc.

9-
Filosófica: La racionalidad siempre será valorada así como la experiencia y el rigor (racioempirismo). Un humanista irracionalista no podrá sostenerse con firmeza en su postura.
Como ya describimos en los puntos anteriores, el humanismo secular posee también una ontología materialista (o naturalista) y también sistémica, una gnoseología realista-crítica, cientificista y escéptica, una ética particular que la distingue de, por ejemplo, el intuicionismo o el sentimentalismo, una filosofía política liberal y progresista, etc. Es un completo sistema filosófico consistente y en total concordancia con la filosofía de la ciencia actual.
Desde el humanismo secular es necesario el emprendimiento de una la cruzada intelectual contra el posmodernismo, ya que dicho movimiento filosófico atenta contra todo lo que promueve el humanismo secular: la ciencia, la objetividad, la razón, etc. El posmodernismo no es más que una impostura intelectual antihumanista, fértil solo dentro del pensamiento mágico, que se puso de moda entre los snobs a quienes les resulta más cómodo y fácil criticar la ciencia que entenderla.

(Estos son solo algunas características del humanismo secular esbozadas de forma sintética. No todos los humanistas seculares van a estar de acuerdo en todos estos puntos ni van a darle igual valor, el humanismo no es una secta).


El humanismo secular se fue construyendo de a poco a lo largo de la historia, teniendo un comienzo en la filosofía de Grecia e India clásica, como en la china de Confucio, una gran pausa durante la Edad Media, un despertar en el Renacimiento y un auge en los periodos de la Ilustración y en el desarrollo de la ideología socialista en el siglo XIX –incluyendo el anarquismo-. Aunque como sistema filosófico conciso es relativamente nuevo. Entre los grandes humanistas seculares podemos encontrar notables personas como Carl Sagan, Mario Bunge, Mijael Bakunin,  Albert Einstein, Bertrand Russell e Isaac Asimov.

Mi intención principal en este ensayo es demostrar que la postura humanista tiene mucho más que ofrecer que la misantropía. No ofrezco como alternativa a su antónimo;  la filantropía, porque no creo que se pueda pretender que alguien ame -propiamente dicho- a toda la humanidad (que incluiría amar violadores y asesinos). El humanismo secular no propone amar a todos los humanos, a todo el género humano y a todo lo que la humanidad respecta; pero si propone un sustento teórico o sistema filosófico sobre el cual pretende construir progreso y bienestar, es más racional que sentimental o romántico.

Mientras que la misantropía conlleva un sesgo pesimista por lo general, el humanismo es realista y propone mejorar por parte de nosotros mismos. Mientras que la misantropía es inútil y pasiva, el humanismo es activo y útil, ya que si hay razones para odiar a la humanidad y existen los medios para poder combatir dichas razones, es mejor tomar una postura que intente abolir los males que nos aquejan. Si la misantropía pregunta ¿Qué importa el bienestar de la humanidad? El humanismo responde; el bienestar de la humanidad importa porque los humanos tenemos una única vida para disfrutarla y vale la pena luchar para ello. Mientras que la misantropía conlleva a posturas antisociales y nocivas como el extremo individualismo, el humanismo conlleva a la cooperación y a un altruismo inteligente para sacarnos del pozo en que nosotros mismos nos metimos, sin ignorar la importancia del desarrollo de la personalidad individual. Mientras una es estéril y   destructiva, la otra fértil y constructiva. Invito a la misantropía a tomar acción sobre los aspectos detestables de nuestra especie, y a mirar en el humanismo un yacimiento de donde extraer lo necesario para la mejora de nosotros mismos. Solo los humanos podemos salvar a los humanos.

Nota: no debe confundirse la misantropía con la introversión, la timidez, el trastorno antisocial de personalidad o el disgusto por estar entre multitudes o por los gustos populares. La misantropía, como la he definido, es el desprecio por la humanidad. Los pensamientos de la Derecha suelen ser un buen ejemplo de misantropía. 

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