miércoles, 27 de agosto de 2014

Los conspiranoicos y su lucha contra los fantasmas


¿Qué es la conspiranoia?

  
  Últimamente está de moda -esto no quiere decir que sea nuevo- que la gente, y principalmente los jóvenes, repitan constantemente y con toda seguridad, teorías de conspiración. ¿Qué son teorías de conspiración? Existen dos cosas diferentes, conspiraciones reales, y conspiranoias. El adjetivo conspiranoico deriva de la unión de la palabra “conspiración”  y “paranoico”, es un neologismo que es usado para referirse a los creyentes de las “teorías de conspiración”, conjeturas infundamentadas de conspiraciones que carecen de pruebas suficientes, o en el peor de los casos, carecen absolutamente de pruebas.  La conspiranoia vuelve a las personas totalmente paranoicas de las conspiraciones falsas e incomprobables, los “conspiranoicos” suelen ser representados con un gorro de papel aluminio  -para que el gobierno no les lea la mente- y suelen frecuentar blogs y revistas de lo “paranormal y misterioso”. Esto no es nuevo, autores de falsas conspiraciones y sus creyentes existen desde hace mucho tiempo, el problema es que con la facilidad de divulgar información que brinda el cada vez más usado Internet se generó un gran auge de las teorías de la conspiración. No quiere decir que la facilidad de adquirir abundancia de información sea mala, en verdad el auge de la conspiranoia es una consecuencia de que gran parte de la población carezca de pensamiento crítico y capacidad de investigación rigurosa.
  Algunas de las más repercutidas teorías de conspiraciones son, por ejemplo: la hegemonía absoluta de los Illuminatis y Masones, su relación con los Anunnakis y el Nuevo Orden Mundial; el auto-atentado del 11-s, los Chemtrails, la “conspiración” que nos “hace creer” que llegamos a la luna (negacionismo del alunizaje), el gobierno nos controla la mente con MKUltra, el caso Roswelll, extraterrestres escondidos en el Área 51 que hacen pactos con el gobierno de EEUU, cualquier desastre climático es a causa del HAARP, Shakespeare no existió, Paul McCartney murió y lo reemplaza un actor, el mundo está dominado por un grupo judío ultra-secreto, el SIDA lo crearon para reducir a la población (y muchas más teorías de eugenesia), cualquier transgénico nos envenena, las vacunas son enfermedades que nos meten para vender curas (conspiraciones que involucran a las farmacias –o farMAFIAS- hay miles), el holocausto nazi nunca existió (y muchas más teorías pseudocientíficas pro-neonazis), la teoría de la relatividad de Einstein es un “fraude científico” (otra teoría pseudocientífica y antisemita, ya que el argumento principal para derribar la teoría de la relatividad parece ser solo que Einstein era judío), el gobierno esconde todo lo relacionado con OVNIS, el flúor en el agua nos envenena, el Wi-Fi nos lee o daña la mente,  los extraterrestres dominaron nuestro pasado pero la “historia oficial no quiere que lo sepas”, los nazis se escondieron en un mundo “intraterreno” y un largo etc. de disparates como estos. Muchas de estas teorías de conspiración son difundidas por ultraderechistas como el norteamericano Alex Jones (por ejemplo, las teorías del flúor en el agua y de la antivacunación), y  nada más útil para la derecha que un montón de “zurdos” peleando contra fantasmas.
    Las teorías de conspiración de carácter eugenésico como la de los “chemtrails”, las “farmafias”, el venenoso flúor en el agua, los terribles transgénicos o el maligno wi-fi, nos quieren hacer creer que hay una conspiración de las elites para reducir la duración y calidad de vida de las personas. Bueno, si esto sería así hay que decir que les está yendo muy, muy mal, ya que la calidad y el promedio de vida (en la mayoría de los países) es cada vez más alto.  Sin duda una de las más absurdas de todas estas teorías es la de los “chemtrails”. Según los conspiranoicos, las estelas que dejan los aviones son químicos que utilizan las elites para envenenar a la población. La primera pregunta es ¿por qué querrían eso si ellos mismos se enriquecen a costa de la población? Eso es lo primero que los conspiranoicos deberían responder. Y para los que no sepan, las estelas de condensación de los aviones están formadas simplemente de vapor de agua. La página del Circulo Escéptico Argentino se encarga muy bien de desmontar el mito de los chemtrails[1]. Realmente hay gente que protesta y arma escándalos al gobierno porque cree que les están fumigando con químicos, es una excelente muestra de hasta qué punto llega el nivel de paranoia de estos sujetos.
   En este artículo no pretendemos refutar todas estas teorías (tal vez algunas), pero si pretendemos invitarlos a ser escépticos e investigar por su cuenta porque todas estas teorías son disparatadas. Para darse cuenta de la inverosimilitud de una teoría de conspiración no hace falta tampoco ser un investigador consumado, algunas se refutan desde el sentido común. Por ejemplo, hubo un tiempo en el que se decía que “los gobiernos” nos espiaban constantemente desde las redes sociales como Facebook. Bueno, si uno es un activista revolucionario relevante esto es plausible… pero realmente yo dudo mucho que hayan agentes del gobierno interesados investigar estados de Facebook como “me fui a bañar”, “hoy sale gym”, “hoy discoteca con mis amigas”, etc, y si este trabajo gubernamental ultrasecreto existe, realmente debe ser muy aburrido.
  La existencia de falsas conspiraciones no quiere decir en absoluto, que no hayan existido conspiraciones reales (con evidencia confiable). Existieron conspiraciones como  “El Pacto secreto” Molotov-Ribbentrop: un tratado entre los nazis y los comunistas para repartirse Polonia antes de la Segunda Guerra Mundial. También el asesinato de Giaccomo Matteoti por parte de Mussolini, la Operación Condor (influencia de la CIA y los economistas libertarianos estadounidenses en las dictaduras latinoamericanas), el intento de encubrimiento por parte del gobierno francés tras las acusaciones de Émile Zola en el caso Dreyfus,  los esfuerzos de la policía secreta del zar para fomentar el antisemitismo presentando los Protocolos de los sabios de Sion como si fuera auténtico, o las conspiraciones del gobierno estadounidense y el FBI para desmantelar a los Panteras Negras -grupo de activistas que defendían los derechos de los negros-. En fin, conspiraciones basadas en evidencia existen. El problema, es cuando no hay evidencias confiables para fundamentar conspiraciones, y el principal problema, es que la gente las crea acríticamente.
  La causa principal de la moda de las teorías de conspiración es que nadie habla de conspiranoia. El tema está, más allá de los círculos escépticos, casi nulo de debate, más que nada, porque las teorías conspiranoicas se abusan de la ignorancia general de la gente sobre los temas que tratan, lo cual hace que cuando un conspiranoico trate de convencer a otra persona, lo logre, dado que esta persona probablemente no tenga idea sobre lo que le están diciendo.
                                                                                                                                                         
El método conspiranoico

Para los conspiranoicos la mayor evidencia siempre será la falta de evidencia. Cuando un teórico de la conspiración intenta convencer, siempre recurrirá a varias estrategias retoricas bien conocidas por los escépticos. Por ejemplo, afirmar que su teoría es verdadera teniendo como base únicamente su paranoia y el silencio del resto. Si el gobierno no habla sobre los chemtrails es porque lo ocultan y por lo tanto es verdadero, nunca pensaran que los gobiernos no hablan sobre los chemtrails porque la creencia en que las estelas de vapor de agua en verdad son químicos que diezman la población es realmente absurda. Si el gobierno y la NASA no hablan sobre extraterrestres no es porque nadie sepa nada sobre ellos, sino porque “nos lo ocultan”. Si los científicos no prueban que el flúor en el agua es venenoso, no es porque no lo sea, sino porque están escondiendo algo, y así. Los conspiranoicos, como bien nos dice su nombre, recurrirán siempre a la paranoia, todos están contra ellos y todos los que se opongan a sus ideas son parte del complot o están pagados por las elites. Si los historiadores serios no niegan el holocausto nazi como los pseudohistoriadores neonazis, es porque son parte del complot. Si alguien niega que los transgénicos sean sinónimo de veneno, es porque trabaja para Monsanto. Si Wikipedia no deja publicar sus patéticas historias como si fuesen verdaderas, es porque Wikipedia es de los Illuminatis. Jamás se atreverían a pensar que están equivocados y siempre recurrirán a la tendencia de confirmación, si alguien los refuta ellos pensaran con más razón que están en lo cierto, ya que el resto son pobres inferiores que se creyeron “la historia oficial”, “la ciencia oficial”, “el discurso gubernamental” y son los “dormidos” que no “despertaron su consciencia”. Los teóricos de la conspiración siempre barnizan sus discursos con el dogma, nunca sus postulados podrán ser refutados, todo intento de refutación es simplemente una estrategia del enemigo. Esta tendencia de pensamiento tan fanática  realmente llega a ser muy peligrosa. Los conspiranoicos se mantendrán fijos en su postura no solo por paranoia, sino porque creer tantas cosas extrañas y pensar tan profundamente que están en los cierto les brinda un autoestima especial, ellos se creen realmente superiores al resto, son los únicos “despiertos” y son los que saben cosas que el resto no sabe. Este sentimiento de superioridad tan peligroso es una de las principales razones por lo que es tan difícil convencer a un conspiranoico que ha sido engañado como un idiota.

 Además de la paranoia y el sentimiento de superioridad, la principal estrategia que usan los teóricos de falsas conspiraciones es abusarse de la ignorancia y la credulidad:
  Las teorías conspirativas son siempre preferidas por las personas más ignorantes como modo de entender lo que está pasando sin tener que aprender ciencias o entender de política o economía. La conspiranoia no solo no necesita conocimientos previos, sino que los conocimientos previos son perjudiciales para la aceptación de las teorías de conspiración. Una persona que sabe física jamás llegaría a creerse que hay gente viviendo en el interior de la tierra que es ocultada por los gobiernos, ya que es físicamente imposible. De este modo los teóricos de la conspiración captan de adeptos siempre gente inculta de modo que sea más fácil inculcarle que todo el resto, excepto ellos mismos, están equivocados. Como historiador sociológico Holger Herwig encontró, estudiando explicaciones alemanas para el origen de la Primera Guerra Mundial, que «aquellos eventos que son más importantes son más difíciles de entender y atraen la mayor atención de inventores de mitos y charlatanes».
 Una persona crédula que no maneja las herramientas del escepticismo es sumamente propensa a dejarse engañar por los teóricos de la conspiración, ya que no maneja ni la capacidad de pensar críticamente y poner en duda las afirmaciones o la conexión lógica de los hechos (los autores conspiranoicos suelen tergiversar datos históricos y añadirle información inventada para volver sus teorías creíbles y atractivas, de esta forma la mezcla datos reales y datos tergiversados con conclusiones falsas puede engañar fácilmente a los ingenuos), ni posee conocimientos de investigación crítica para dar con las fuentes de sus afirmaciones y juzgar las supuestas evidencias. Por lo general, una teoría de conspiración no utiliza fuentes, y en el caso de utilizarlas son fuentes que llevan directamente a otros teóricos de la conspiración volviendo la búsqueda un círculo vicioso que jamás sale del ambiente de la conspiranoia.


  Actualmente es común encontrar estas teorías difundirse viralmente por internet en producciones alternativas de pseudodocumentales, por ejemplo el pseudodocumental “Zeitgeist: the movie”[2]. También abundan en Youtube otros videos de formato pseudodocumental un tanto más casero (con Loquendo y Movie Maker) sobre reptilianos, illuminatis, masones satánicos (que probablemente coman niños o algo por el estilo) etc., y pueden presentarse con títulos atrayentes como “La verdad que te ocultan” o “Lo que los gobiernos no quieren que sepas”. Estos pseudodocumentales usan evidentes técnicas de manipulación para sumirnos y que nos confiemos en todo lo que se dicen sin cuestionarlos. Las técnicas utilizadas generalmente consisten en mezclar imágenes impactantes y efectos especiales propios de las películas de ficción con música apocalíptica y preguntas retóricas apuntando a que cuestione la realidad. Luego se pasa a dar datos, una vez que el espectador haya caído en la credulidad y la confianza -fruto de la incertidumbre inducida- acaba por asimilar acríticamente todo lo que se le dice. Lo que contienen esos pseudodocumentales, acompañados de testimonios de gente simpatizante de las teorías de la conspiración o cortes de otros discursos, pueden ser desde tergiversaciones de la historia hasta verdades a medias y falacias que no encuentran la resistencia del individuo para ser asimiladas. La estrategia de la que más se abusan es el bombardeo de información y el sensacionalismo, la información se presenta tan rápida que no podemos analizarla, en cambio, las conclusiones son afirmadas miles de veces con gran énfasis, lo que las vuelve totalmente convincentes. Otra estrategia usada para darles demagogia a las teorías es que utilizar el discurso de la izquierda y la subversión para darle “un toque revolucionario”.  Si indagamos más al buscar información sobre los teóricos de la conspiración, nos damos cuenta de que son conferenciantes que viven de ello, vendiendo esas teorías como un simple producto y haciéndose ricos con libros llenos de mentiras. Para colmo, a ellos se les unen toda una pandilla de reaccionarios y conservadores que utilizan ese discurso pseudo-revolucionario y simplista para captar y confundir adeptos.

Toda la culpa la tienen ellos

Para los conspiranoicos toda la culpa del mundo siempre la tienen seres totalmente alejados de la sociedad como la conocemos. Un ejemplo de esto es creer que todo lo malo que pasa se debe a grupos como los “Masones” y los “Iluminati”. Esto un hecho extremadamente curioso. Todas las teorías conspiranoicas sobre iluminatis y masones están teñidas de un aparente tinte liberalista, pero veremos que de liberalistas no tienen realmente nada. Supuestamente estos grupos son judíos (más abajo profundizaré en el antisemitismo conspiranoico) que nos dominan, aunque no todos los conspiranoicos estén de acuerdo en que estos grupos sean exclusivamente de judíos, algunos dicen que son extraterrestres. Según ellos, ésta súper-elite de tiranos todopoderosos nos controlan a todos como un títere en un lugar muy alejado y desde las sombras, cosa que las pobres personas normales ni se enteran, a excepción de los iluminados conspiranoicos.
  Muy curioso es que los Illuminatis no existen en la actualidad (o por lo menos no hay evidencia sólida), pero si existieron en la época de la Revolución Francesa, conocidos como “Illuminatis” o “los Iluminados de Baviera”. Y no eran precisamente una elite de dictadores supersecretos, sino un grupo de revolucionaros de la Ilustración que se oponían a la superstición, los prejuicios, los abusos de poder, los abusos de la religión y la desigualdad entre los sexos. Los Illuminatis eran mucho más progresistas que los snobs pseudopogres conspiranoicos que se oponen a ellos, aunque ya no existan.
 Otro foco de paranoia conspiranoica son los ya casi inútiles masones. Los masones son una logia que nace en el siglo XV, aunque se les ha inventado una historia falsa que los remonta hacia el antiguo Egipto, pero no es más que un mito, algo similar se ha hecho con el libro de esoterismo el Kybalion que algunos remontan hacia el antiguo Egipto cuando en realidad fue escrito en el siglo XIX. Los masones tuvieron su auge en el siglo XVIII durante el Iluminismo y la Revolución Francesa y durante el siglo XIX, pero hoy en día son una secta minoritaria y su poder es minúsculo. Para una muestra de su decadencia basta ver que cuando en el 2015 el gobierno kirchnerista en Argentina eliminó la ley 1.420 que garantizó la educación laica en el siglo XIX, los masones argentinos sacaron un comunicado[3] indignados por el hecho (la Ley había sido impulsada por el xenófobo prócer masón Sarmiento), y aun así el gobierno no hizo absolutamente nada.  La influencia de los masones esta exageradísima, y los que los satanizan en verdad no saben básicamente nada de ellos, si entraran a la masonería se llevarían una gran decepción. La masonería no es mucho más que una secta teísta (con excepciones, algunas son cristianas, otras siguen un tipo particular de teísmo –creen en un dios llamado “El Arquitecto”-, a otras no les interesa cosmovisión religiosa en particular, la masonería es heterogénea y depende de la logia) donde se juntan a estudiar un ocultismo rebuscado y leen ética tradicionalista (defienden los valores de la familia, la nación etc.), mientras dicen apoyar la igualdad y la libertad cuando gran parte de ellos no dejan entrar mujeres (vaya contradicción) y defienden un nacionalismo patético. La masonería no es mucho más que un grupo que opera bajo el sentimiento de pertenencia como lo hacen las religiones, las sectas y hasta los clubes de futbol. Los conspiranoicos que satanizan a la masonería no hacen otra cosa que, sin saberlo, seguirle el juego a lo que la iglesia católica, el islamismo y los grupos de ultraderecha quieren que crean, ya que los masones tienen una larga historia de tensiones con la iglesia, el islam y los gobiernos fascistas, como el del dictador español Francisco Franco (conocido enemigo de la masonería). Los masones aunque muy conservadores, son muchísimo más liberales que muchos de los que luchan contra ellos.

 Pero la irracionalidad conspiranoica va mucho más allá de echarle la culpa de todo a sectas terrestres. Entre los conspiranoicos es común creer que los humanos son en realidad controlados por una raza de reptiles intergalácticos. Si, así de absurdo. Esta maravillosa historia de ficción tiene de creador al charlatán con todas las letras Zecharia Sitchin, ufólogo  y escritor de ciencia ficción disfrazada de “historia alternativa”. Sitchin es conocido por brindar toda la teoría pseudocientífica que serviría de base para el nefasto programa “Alienígenas Ancestrales”[4], del patético canal History Channel. Estos extraterrestres inventados por Sitchins se conocen como “Anunnakis”, y según el no solo dominan el mundo, sino que son los creadores de la raza humana, y todo esto solo se sostiene sobre las conjeturas anticientíficas de Sitchins sobre la cultura sumeria. Me parece que no hace demasiada falta aclarar que sus disparates son objeto de burla de cualquier persona que sepa un mínimo de historia. La teoría de los Anunnakis no tiene ni pies ni cabeza, y además de eso, no es ninguna teoría inocente. El creer estas imbecilidades trae graves consecuencias, como demostré en otra sección de este artículo. 

Judíos, judíos, judíos…  El antisemitismo conspiranoico       

    Algo importante a tener en cuenta es que mucha de las teorías conspiranoicas teñidas de “revolucionarias” son discursos que provienen de la derecha neonazi. Se caracterizan por mencionar a judíos o judeomasones como hegemónicos y perversos dominantes del mundo, que todo lo controlan y que tienen la culpa de todo por ser los seres más malvados del universo. Estas teorías suelen estar preñadas de un fuerte nacionalismo y están íntimamente relacionadas con la pseudociencia del negacionismo del Holocausto Nazi, del cual hablaré más abajo.  Siempre que una teoría conspirativa solo presente como responsables de TODOS los problemas a judíos, judíos y judíos (como hace David Icke, explicito negacionista del Holocausto Judío y conocido por defender el cuentito de los reptilianos) es porque proviene de sectores ultraconservadores antisemitas, no porque sean “progresistas” que buscan el bien común.

Uno de los principales “documentos” en los que se basan estos antisemitas conspiranoicos es el ultra-falso libro titulado Los Protocolos de los sabios de Sion. Esta obra habla de unas supuestas reuniones de “los sabios de Sion” en los que se describen conspiraciones judías cuyo plan es dominar el mundo. No es ninguna casualidad que haya sido el libro favorito de Hitler y que haya inspirado el nazismo. Su creación se atribuye a la Ojrana (la policía secreta del zar), y fue  publicado en 1902 en la Rusia Zarista con un claro objetivo: justificar los linchamientos y los ataques que estaban sufriendo los judíos e instaurar el miedo al comunismo. Desde hace tiempo se sabe que es innegablemente un plagio del libro francés titulado Dialogo en los infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. Además del obvio plagio, el libro no posee ningún sentido racional, ya que acusa a los judíos controlar la masonería y el comunismo, a pesar de que el comunismo defienda el ateísmo y la anti-religión y la cosmovisión masónica no se acerca mucho a la cosmovisión judía. El libro claramente es una forma no solo de fomentar la xenofobia antisemita sino de justificar el miedo al “amenazante comunismo”. 
         
Conspiranoia y pseudociencia

 Las teorías conspirativas están íntimamente relacionadas con las pseudociencias, básicamente se construyen con los mismos métodos y comparten los mismos espacios (blogs y revista de lo “misterioso y paranormal”).  Siendo que uno de los requisitos para crear una teoría de conspiración es que tenga una mínima apariencia de verosimilitud (aunque muchas no cumplen siquiera este requisito), los conspiranoicos suelen aferrarse a la pseudociencia, otro montón de teorías igual de falsas, dogmáticas y fantasiosas que recurren a artimañas similares para aparentar coherencia. Un ejemplo es el negacionismo del holocausto nazi, una teoría pseudocientífica de revisionismo histórico pro-nazi que intenta demostrar, contra toda solida evidencia histórica, que el holocausto nazi nunca pasó y que hay una conspiración judía en la historia que da éste por hecho. Sin lugar a dudas una de las más indignantes teorías de conspiración, ya que tiene como única finalidad la propaganda nazi y el antisemitismo. Es de las que más merece ser combatida junto con el también pseudocientífico negacionismo del cambio climático antropogénico, que pone en jaque nuestra supervivencia como especie, y la antivacunación, que con su torpeza anticiencia y su superstición infundamentada de que las vacunas causan autismo ya viene causando muchas muertes evitables.

 El timo conspiranoico y pseudocientífico del negacionismo del calentamiento global tiene fuertes vinculaciones con los llamados “libertarios” o “libertarianos”, un colectivo que se considera de derecha y que rechaza la regulación de la economía por parte del Estado. Cuentan con su Partido Libertariano (o Libertario) y su ideología sigue a la Escuela de Chicago (las doctrinas de Friedman sobre la economía), la Escuela Austriaca de Economía y en los casos más extremos el “Anarcocapitalismo” de Rothbard (estos últimos se diferencian de la Escuela de Chicago en que son mucho más extremas y defienden la extinción total del Estado, y no que su papel se relegue únicamente a su función represiva, es decir, manteniendo los cuerpos policiales, de inteligencia, el ejército, el sistema judicial y las prisiones). Dicha ideología defiende la propiedad privada de los medios de producción, el individualismo y la no regularización del mercado y la economía. Según dicen la intervención de un gobierno en la economía la corrompe, pero no todos se ponen de acuerdo en hasta qué punto el Estado es o no necesario. El negacionismo del calentamiento global que sostienen muchos libertarios consiste en decir que los humanos no son responsables del cambio climático, o incluso que el cambio climático no existe[5]. Esto tiene un claro fin: confundir a las personas para permitirles a las corporaciones hacer lo que quieran sin necesidad de cumplir las normas e intervenciones que impone el Estado para prevenir el calentamiento global y la contaminación del medio ambiente. Esto es porque el libertarianismo (también llamado neoliberalismo) es en gran parte la ideología que sostienen los dueños de corporaciones y otros multimillonarios que todo lo que les interesa es no pagar impuestos y hacer con sus empresas lo que se les da la gana, aunque eso vaya contra el resto de la población, cosa que no les importa ya que su ideología exalta el individualismo y el no sentir compasión. No es de extrañar que la gran mayoría de los llamados libertarios sean de clase alta. Los grupos libertarios tienen cierto historial de financiar falsos “científicos” y divulgadores para que digan que “el calentamiento global no existe” o que “no hay evidencia de que sea causado por los seres humanos”. ¿Y toda la evidencia existente que afirma lo contrario? Bueno, según ellos es parte de la conspiración, lo que el “gran fraude científico quiere que creas”. Lo que buscan los negacionistas es que la gente crea que no existe, así cesan las manifestaciones y las leyes contra la deforestación, la explotación desmedida de recursos, la contaminación incontrolada producida por las empresas, etc. El calentamiento global existe, y es causado en gran parte por nosotros los humanos, el consenso científico no duda de ello.  El negacionismo del calentamiento global no es el único timo conspiranoicos usado por los libertarios, también recurren a todo tipo de historias que les sirvan para sostener su postura anti-impuestos, como buenos individualistas. 

 Otra teoría particularmente pseudocientífica y delirante es la de los “intraterrestres”, que vendrían a ser como seres extraterrestres, pero que viven dentro de la tierra (y sí, hay gente que cree esto). Esta fantasía se sostiene en la teoría pseudocientífica de que la tierra es hueca. Y claro, si los simples mortales no conspiranoicos ni nos enteramos de esto es porque los gobiernos en un complot mundial nos “lo ocultan”. Como deberíamos saber, estas historias, aunque atractivas, pasan por alto todo lo que sabemos de geofísica, pero bueno, a los amantes de lo misterioso, paranormal e incomprobable poco les importa la ciencia cuando se trata de defender historias absurdas.
 
Los conspiranoicos comparten con otros pseudocientíficos la absoluta negación de la evidencia, por ejemplo la conspiración que nos quiere hacer creer que la fluoración del agua causa daños, cuando en realidad evita que tengamos caries y toda la evidencia indica que la cantidad de flúor que se utiliza en el agua no causa absolutamente ningún tipo daño. La relación entre conspiranoia y pseudociencia es increíblemente estrecha, no solo los conspiranoicos recurren a la pseudociencia, sino que los pseudocientíficos se comportan como conspiranoicos. Siempre que a un pseudocientífico se le presenta evidencia este recurre a argumentos conspiranoicos del tipo “eso es lo que las farmacias quieren que creas”, “esos datos están manipulados por el todopoderoso gobierno”, etc. Ante la crítica, como buenos dogmáticos, siempre la paranoia reemplaza a los argumentos racionales.



Graves problemas de la conspiranoia



  Los teóricos de falsas conspiraciones directamente nos mienten en la cara. La gran mayoría tergiversan los datos no  por error, sino para enlazar sus argumentos, para pretender demostrarlos, para que les creamos, para mentirnos. De todas formas, no hay que descartar la posibilidad de que algunos de los teóricos de falsas conspiraciones si se crean sus mentiras, y por medio de falacias no intencionales, sesgos y disonancias cognitivas intenten “revelarnos su verdad”. Lo cierto es que la conspiranoia es muy nociva, principalmente porque son mentiras que se difunden bajo la apariencia de revelaciones, y las mentiras nunca son buenas. Toda mentira trae consecuencias, en el caso de las falsas conspiraciones: vuelven a las personas cada vez más crédulas (si alguien empieza a creer que todo lo “oficial” o científico es manipulado, se cree fácilmente cualquier cosa que le diga cualquier blogger completamente ignorante y paranoico o algún charlatán de lo paranormal), distraen de los problemas reales, generan comportamientos de escándalo patéticos, hacen perder tiempo a personas luchando contra enemigos inexistentes, generan conductas peligrosas como llevar dietas insalubres o dejar de tomar medicamentos, vuelven a la gente miedosa y ultra paranoica, etc.  
Muchas de las teorías de conspiración nos quieren hacer ver que el mundo está mal, de eso nadie duda: la política no es realmente democrática, muchas corporaciones en plan de solo aumentar ganancias ignoran el bienestar humano y medioambiental, la corrupción es la regla general, el medioambiente corre severo peligro, las riquezas cada vez están distribuidas de forma menos igualitaria, los animales se están extinguiendo masivamente y un largo etc. En fin, que muchas cosas del mundo estén mal, nadie lo duda, pero no por eso debemos dejarnos seducir por cualquier teoría que pretenda mostrarnos de manera exagerada, ficticia, simplista y superficial el qué y el porqué está mal, y lo que supuestamente debemos hacer para evitarlo. No necesitamos mentiras que nos digan que el mundo está mal, basta con las verdades.  La lucha por un mundo mejor se hace con verdades.
  
Un problema muy grave de la conspiranoia es que nos distrae de los problemas reales y sus causantes echándole la culpa a seres inalcanzables como a los “anunnakis” y a otros extraterrestres con los que nunca podremos luchar (ya que no existen), a gente super-secreta de la que nada se sabe, a poderes increíbles que nos manipulan, en fin, nos hace creer que siempre el problema está allá fuera, muy, muy lejos. Cuando en realidad el problema está muy cerca, somos nosotros, nosotros somos los que podemos influir en el mundo, pero la conspiranoia mantiene a la gente luchando en la nada, contra nadie, en lugar de pretender luchar contra las personas y los hechos reales detrás de todo esto, contra las leyes injustas, los comportamientos aberrantes de las corporaciones, los sectores políticos específicos, los problemas medioambientales, etc.  Hay un capítulo genial de South Park en el sus creadores se mofan de los conspiranoicos y el atentado del 11-s, en el sueltan una frase fantástica, decía algo así: “El gobierno quiere que la gente crea en conspiraciones para que estén convencidos de que ellos tienen el poder absoluto”. A los poderes que nos oprimen les encanta que les tengamos miedo y los estimemos en demasía, el conspiracionismo aporta a esto.
   Es de considerable importancia luchar contra la conspiranoia, tratar de difundir el pensamiento crítico sobre todos aquellos que conozcamos y veamos que estén perdidos en la creencia en falsas conspiraciones. Las mentiras se combaten.
    En fin, la conspiranoia no es más que una consecuencia de la falta del escepticismo de la gente, de no tener pensamiento crítico para analizar la información que se recibe, y mientras haya más facilidad de información y menos pensamiento crítico, la conspiranoia va a crecer.
    Así que dejemos de echar culpas a seres ficticios, y hagámonos responsables del mundo que está en nuestras manos cambiar… el problema está acá, no allá afuera.  




[1] http://circuloesceptico.com.ar/2013/04/el-engano-de-los-chemtrails
[2] Para ver una admirable refutación a Zeitgeist, ver “Zeitgeits Contrastado” en el blog de Natsufan y Chemazdamundi
[3] http://www.masoneria-argentina.org.ar/blog-gla/195-intentan-eliminar-la-educacion-laica
[4] Chris White se tomó el honorable trabajo de refutar las mentiras y estupideces de Alienígenas Ancestrales en una serie de documentales traducidas al español por el gran escéptico mexicano Javier Delgado, pueden encontrarlos en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=NZPkZIi8aso


Pseudociencia para Todos

Mientras las religiones en general han aceptado su incompetencia para explicar la realidad y actuar sobre ella, han llegado para ocupar ese espacio las pseudociencias, un conjunto variado de teorías igualmente dogmáticas, falsas o incomprobables.
La pseudociencia, aunque corresponde al pensamiento mágico (como las religiones, el mal de ojo, etc.) a menudo pretende parecerse a la ciencia, o usarla en su beneficio. No es raro que invoquen “antiguas sabidurías perdidas” (que ellos hallaron), o saquen conclusiones arbitrarias a partir de datos científicos. Un ejemplo de esto último son los gurús del New Age que abusan del Principio de Incerteza de la física cuántica, para justificar el desvarío de que “modificamos el universo con la mente”, directamente. Si esto fuera cierto, yo sería varios centímetros más alto…
Pero la ciencia no es fácil, ni rápida, ni barata. La pseudociencia, en cambio, es todo eso y mucho más: es fácil, pues explica todo con un puñado de principios que deben ser creídos por autoridad, iluminación, conveniencia, desesperación, y una buena dosis de ignorancia. Es barata: no necesita laboratorios, pues no experimenta. Y es rápida: hay páginas que nos facilitan un Diploma en Homeopatía después de un curso de 15 minutos…
La ciencia es teórica (no hay que confundirla con la tecnología, uno de sus derivados) y  trata de responder preguntas por el hecho de ampliar el conocimiento. La pseudociencia es notablemente práctica: el “conocimiento” sólo sirve para curarse, lucrar, conseguir más dinero, o ser feliz (es decir, conseguir más dinero). No responde preguntas ni se interesa por la verdad.
La verdad, en ciencia, es provisoria, inestable; debe estar sujeta a la crítica constante y los científicos favorecen la divulgación de sus descubrimientos, publicándolos en revistas especializadas, libros, congresos, etc. La crítica es imposible sin la libre circulación de la información, y la ciencia es imposible sin la crítica.
La verdad, para la pseudociencia, es inmutable. No está sujeta a crítica y es invulnerable a ella; no surgió de la experimentación sino de la ocurrencia casual, y por lo tanto no puede refutarse –ni comprobarse- experimentalmente. No obstante, a veces las “verdades eternas” de la pseudociencia cambian, si alguna autoridad lo decide (usualmente se trata de una nueva “verdad eterna” más redituable que la anterior).
La ciencia es relativamente abierta: acepta a cualquiera, se comparte, y ha contado con algunas de las mentes más brillantes del mundo. La pseudociencia es cerrada, admite a cualquiera que esté dispuesto a pagarla –aunque se reserva los altos puestos para los “Iniciados”, “Iluminados” o “Gurúes”, y ha tenido entre sus miembros a sujetos como Masaru Emoto (el del agua que se emociona si le hablamos), Deepak Chopra (el que provoca terremotos meditando), Swamy Maharishi (que vendió en occidente la dieta Ayur-Veda, modelo de salud, hasta que murió de cáncer), y la vasta pandilla de homeópatas, naturópatas, astrólogos, psicoanalistas, etc.   
Un ejemplo de pseudociencia de mucho peso en la actualidad, en este caso, pseudohistoria, son las teorías de “astronáutica antigua”, repletos de datos tergiversados y mentiras, que contemporáneamente, difunde History Channel.

Hay quienes opinan que lo que no hace daño a nadie debe ser permitido, aunque sea idiota. Para no intervenir en esa discusión, cabe mencionar que la ideología nazi se basaba en teorías pseudocientíficas; que el negacionismo del Sida causó más de 10.000 muertes en Sudáfrica (y unos 300.000 nuevos casos evitables); que la mentira sobre las vacunas y el autismo provocó varias muertes y el rebrote de enfermedades previsibles ya olvidadas, y que mucha gente puede estar dejando de lado un tratamiento efectivo por perder tiempo con curas mágicas, rápidas, pero inefectivas, provenientes de la pseudociencia.
La ciencia, con sus errores, y sus enormes dificultades, sigue siendo la mejor forma de conocer la realidad. La pseudociencia no es más que su torpe parodia.

Algunas Pseudociencias populares:

Astrología: es un conjunto de conocimientos que intentan relacionar las características de una persona con su signo zodiacal (la posición de los astros en el momento de su nacimiento). Supone el llegar a ese conocimiento mediante la observación de la posición de los astros y las características comunes de muchas personas con fechas de nacimiento idénticas. Las personas que estudian la astrología sostienen que las posiciones de los astros tendrían relación con los rasgos de la personalidad de una persona, con los sucesos importantes de su vida y con sus características físicas.

Biomagnetismo: como forma alternativa de curación ha sido practicado desde hace algunos años, y si bien tiene cierta aceptación en medios pseudocientificos, de medicina alternativa, y abundantes páginas en Internet, no existe comprobación científica de que la magneto terapia tenga efecto.
Entre otros, Isaac Goiz plantea el intento de curar enfermedades mediante imanes, afirmándose poder curar incluso el 
SIDA, al desactivar virus mediante el uso de imanes que desregularían a los patógenos internos. No hay ninguna evidencia basada en estudios o publicaciones científicas, y su creador ha sido acusado de fraude. A pesar de ello, es una disciplina en expansión en ámbitos relacionado con el new age.
Homeopatía: caracterizada por el empleo de preparados altamente diluidos que pretenden crear los mismos síntomas que sufre el paciente. Fue concebida a finales del siglo XVIII por el médico sajón Samuel Hahnemann (17551843) como una forma de mejorar el espíritu vital del cuerpo. Su premisa fundamental es "lo similar se cura con lo similar", asumiendo que lo que causa determinados síntomas puede curar esos mismos síntomas si la dosis es baja. La posición de la comunidad científica es que la homeopatía no ha sido capaz de demostrar por medios objetivos una efectividad mayor que la del efecto placebo, que no se ha presentado un mecanismo fisiológico creíble de actuación y que por ello no se puede considerar una forma de terapia basada en evidencia.                                                                                                  

Parapsicología: es una pseudociencia que estudia los fenómenos paranormales o fenómenos psi (como la percepción extrasensorial, telequinesia,  telepatía, precognición, clarividencia, las experiencias extracorpóreas, el espiritismo y los poltergeist).La parapsicología es considerada una pseudociencia por la comunidad científica, dado que la propia existencia de los fenómenos paranormales no es demostrable científicamente.
Desde el año 1996, la 
Fundación Educativa James Randi ofrece la suma de un millón de dólares estadounidenses a quien consiga, bajo condiciones controladas y supervisadas de laboratorio, demostrar un solo fenómeno paranormal como los anteriormente mencionados. Hasta ahora nadie ha podido hacer una demostración satisfactoria y el premio sigue sin ser reclamado desde 49 años.
Piramidología: es un término utilizado para referirse a varias especulaciones pseudocientíficas respecto a las pirámides  que van contra las teorías y evidencias de la arqueología, la historia, la astronomía y otros campos de investigación científica.
La piramidología fue inventada en el siglo XIX por el librero John Taylor y el astrónomo Charles Piazzi Smyth, que pretendían demostrar que la 
Gran Pirámide era un calendario universal repleto de profecías.  Los argumentos de la piramidología son considerados pseudociencia por la comunidad científica, que considera sus hipótesis como sensacionalistas, inexactas y totalmente carentes de análisis empíricos ni aplicación del método científico. Aun así, varios escritores cuyos trabajos especulativos consisten en el uso de relatos de esta naturaleza, han encontrado gran audiencia entre algunos sectores del público y sus libros pueden alcanzar ventas considerables.
Psicoanálisis: el psicoanálisis es la pseudociencia más popular dentro de la psicología.
Fue fundada por Sigmund Freud, que actualmente tiene mucho reconocimiento y popularidad, a pesar de que sus teorías no aportaron nada científico dentro de la psicología, más bien la deformo y perjudico. 
La teoría de Freud es muy completa y hasta bella en muchos aspectos, pero desgraciadamente muchos de sus postulados no tienen mucha relación con la vida real. Freud usó métodos dudosos para realizar sus experimentos, mintió sobre algunos, plagió otros, y jamás comprobó muchas ideas.
Muchas personas desconocen que la terapia del diván no es la única psicoterapia, aun sin recurrir a psicofármacos. Y muchos desconocen que las afirmaciones que hacen algunos psicoanalistas carecen de argumento, que se tratan de simples juegos de palabras y dogmas no-comprobados o refutados.
Existen otras terapias, como la 
cognitivo-conductual que se basa en investigaciones y datos reales, y que fueron construidas de la mano de la biología y las neurociencias
El psicoanálisis, a diferencia de otras pseudociencias, ha adquirido un lugar institucional. Es estudiado -por ejemplo- en la facultad de psicología de la Universidad de Buenos Aires. Desde hace décadas este cuerpo teórico ha desaparecido de la enseñanza oficial en los países europeos, en EE.UU., e incluso de países como Chile y Brasil y sin embargo sobrevive todavía en nuestro territorio.

Negacionismo del Calentamiento Global: Aun con los datos y evidencias en meteorología, climatología, geofísica y ecología, que apoyan la tesis de que el cambio climático actual es muy drástica y en gran medida provocado por el ser humano, existen grupos, motivados principalmente por una ideología neoliberal de explotación de recursos, que asegura que, o el calentamiento global es un mito o que este no es provocado por el ser humano.   
Los negacionistas del calentamiento global, argumentan que ya en otros tiempos geológicos la Tierra había sufrido calentamientos globales, de los cuales el ser humano no había sido el causante en lo más mínimo. Hace entre 450-800 mil años, el planeta era tan cálido que Groenlandia tenía bosques; por tanto, ¿Qué razones hay para pensar que este calentamiento actual es causado directamente por la mano humana? Si bien la Tierra efectivamente ha sufrido otros calentamientos globales (los científicos jamás niegan esto), lo cierto es que nunca había ocurrido un cambio tan drástico en un tiempo corto en términos geológicos. Es bien sabido, gracias al registro geológico que los calentamientos globales y otros tipos de cambio climático han sucedido la mayoría de ellos de forma gradual y lenta, mientras que la temperatura global de hoy en día, subió más de 0.8º centígrados desde el siglo XVIII, un aumento de temperatura muy rápido en un tiempo relativamente corto.

Diseño Inteligente: Desde que Darwin publicó en 1859 El Origen de las Especies, la lluvia de críticas y críticos anti darwinistas no ha cesado. Lo malo, es que las supuestas fallas de la teoría de la evolución por selección natural, que presentan una y otra vez los grupos de creacionistas, son las mismas que hace 150 años el propio Darwin refutó en su obra magna. De hecho, el capítulo dedicado a las críticas de la selección natural es uno de los más largos de El Origen de las Especies y analiza las críticas que van desde el clásico “eslabón perdido” hasta la supuesta complejidad de los organismo comparable solo con la complejidad de finas maquinas como relojes.
Pues bien, 150 años de revisar una y otra y otra y otra vez las mismas críticas, a la par de verdaderas críticas y pruebas científicas rigurosas, no hicieron otra cosa más que reforzar la teoría, convirtiéndola en el paradigma de la biología moderna.
Los anti darwinistas del creacionismo bíblico también han “evolucionado”, pero solo de estrategia, mas no de mentalidad. Ahora, con sus conceptos secularizados y palabrerías científicas, los creacionistas prefieren nombrarse “teóricos o defensores del Diseño Inteligente”. Si bien la idea no es nada nueva, lo cierto es que en nuestros días el 
creacionismo del DI (como suelen llamarlo los detractores de la pseudociencia), es uno de los movimientos pseudocientíficos más militantes que amenazan seriamente a la educación pública y el futuro de la financiación de la investigación científica.
Negacionismo del SIDA: Se conoce como negacionismo del VIH o disidencia del VIH a un conjunto de hipótesis opuestas al consenso científico en torno al VIH (virus de inmunodeficiencia humana) como causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). Este conjunto de hipótesis es bastante heterogéneo:
·         algunas de ellas niegan la existencia del VIH,
·         otras niegan la validez del descubrimiento de este virus (realizado por Luc Montagnier y Robert Gallo),
·         otras aceptan la existencia del VIH pero niegan que sea el causante del sida (que se atribuye a otros factores como el estrés oxidativo y la nutrición deficiente).
En 1983, Luc Montagnier, y en 1984 Robert Gallo, expusieron sus trabajos iniciales respecto al sida, los cuales constituyen la base del consenso científico sobre la enfermedad. Desde entonces surgieron críticas y explicaciones alternativas. La primera provino de Eleni Papadopulos-Eleopulos, líder del Grupo de Perth, quien ya había propuesto una teoría oxidativa (sin ningún virus) como causa del sida.  Con posterioridad, el renombrado virólogo estadounidense Peter Duesberg también expuso sus críticas.
Actualmente, la comunidad científica considera que la evidencia de que el VIH causa el sida es concluyente y considera las afirmaciones de los negacionistas como 
pseudociencia basada en hipótesis conspirativassesgos cognitivosrazonamiento erróneo y tergiversación de datos obsoletos.
 
 Mística Cuántica: Si existe una característica peculiar que une a toda pseudociencia, es su obsesión y explotación de los conceptos científicos poco entendidos entre la sociedad. A los pseudocientíficos les encanta abusar de términos como energía, fuerza, intensidad, vibra, potencia, atómico… pero en nuestros días, el supermercado de la new age se muestra cada vez más adicto a usar las palabras “física cuántica”.
La física cuántica, mecánica cuántica o teoría cuántica, es la rama de la física que se encarga del estudio de la naturaleza del mundo sub atómico, de los fenómenos físicos a escalas microscópicas.  Su aplicación ha hecho posible el descubrimiento y desarrollo de muchas 
tecnologías, como por ejemplo los transistores, componentes ampliamente utilizados en casi todos los aparatos que tengan alguna parte funcional electrónica.
 Dicho mundo es uno de grandes misterios, fascinantes para los científicos que se encargan de su estudio.
Nuestra ignorancia sobre el mundo cuántico es tanta, que los propios investigadores  reconocen que no hay nadie sobre la Tierra que comprenda la física cuántica. Las operaciones matemáticas, los modelos teóricos y los experimentos en esta ciencia son tan complejos, que no les debe sorprender a nadie si en un libro sobre el tema, reconozca el propio autor que mucho de su contenido son un montón de especulaciones fantásticas pero sin demostración, o conceptos que hemos podido describir pero no de definir.
Los promotores de la pseudociencia,  abusan de esta confusión agregando, siempre que pueden, a sus doctrinas irracionales la afirmación “la física cuántica apunta o demuestra tal o cual cosa”.
Por lo tanto, no hay que confundir, la física cuántica, como ciencia,  y la mística cuántica, que pretende deformar las teorías de la física cuántica para afirmar teorías irracionales varias.

Anti-vacunación: Los movimientos anti vacunación son organizaciones civiles que aseguran estar preocupados por la salud y el bienestar.
Aseguran que las vacunas, según unos “estudios” pueden ser causantes de autismo o incluso ser propagadoras de infecciones y graves alergias mortales.
De este modo, proponen que las vacunas son peligrosas y representan un riesgo sanitario, del cual se esconden oscuras corporaciones que hacen un negocio redondo con las campañas de vacunación. Otras variantes menos conocidas aseguran que las vacunas son las causantes de las enfermedades virales, y que llevar una vida con dietas naturales y ejercicio es suficiente para no enfermarse de enfermedades como la influenza, la viruela, el sarampión, la difteria, la tuberculosis, entre otras enfermedades casi erradicadas gracias a las vacunas. Sugieren también complementar la vida sana con productos herbolarios y homeopatía.
Los anti vacunas, ignoran el hecho de que fue la vacunación masiva en los países industrializados y en los de vías de desarrollo lo que logró el exterminio de las enfermedades virales más mortales de las que había sufrido la humanidad. Parecen ignorar a conveniencia también la cantidad increíble de estudios que demuestran que la tasa de alergias y muertes causadas por la vacunación en el mundo, es menor al 5% del total de personas vacunadas.
El supuesto estudio que mostraba la relación del autismo con las vacunas, se demostró era un engaño, pero  los anti vacunas pareciera que no entienden el idioma, ya que continúan asegurando lo mismo.


Por: Mauro Lirussi y Matt S.H.

El psicoanálisis no es una ciencia


El status científico –o no- del psicoanálisis no es un asunto menor aunque muchos psicoanalistas se desentiendan del problema de cómo calificar a su práctica, y oscilen entre  afirmar su cientificidad sin dar explicaciones, como un argumento de hecho; descalificar la ciencia, que es contraria a sus métodos y a sus principios; o criticar la “obsoleta” epistemología que los excluye.
La  Ley Nacional Nº 26.657 de Salud Mental, aclara, en el apartado de Derechos:
“c) Derecho a recibir una atención basada en fundamentos científicos ajustados a principios éticos."
Y en su implementación, según Decreto Nacional 603/13:
“c) La Autoridad de Aplicación deberá determinar cuáles son las prácticas que se encuentran basadas en fundamentos científicos ajustados a principios éticos. Todas aquellas que no se encuentren previstas estarán prohibidas"
La epistemología es la ciencia -o metaciencia- que tiene por objeto el estudio de las ciencias. Como toda disciplina científica, debe definir su objeto, y describirlo, lo que da como resultado una serie de características de lo científico. Aquellas prácticas que no cumplan con la mayoría de estas características simplemente no son científicas.
Algunos aspectos que no cumple el psicoanálisis:
      1. Ontología: que podríamos explicar como "cosmovisión" científica. La ontología de las ciencias fácticas es realista: cree que el mundo existe fuera de nuestra propia conciencia y puede ser explicado sin recurrir a entidades  sobrenaturales, o no comprobables, como el Inconsciente, el Super-Yo, etc.
2. Coherencia externa: Ninguna ciencia puede proponer hipótesis que contradigan otras hipótesis bien establecidas de otras ciencias. El psicoanálisis incluye especulaciones sobre  la “energía psíquica”, que por ser no mensurable y discurrir por sistemas no materiales, negaría la física, entre otras varias conjeturas que han sido comprobadas como falsas por la psicología, la neurología, o las neurociencias.
3. Falsabilidad: toda hipótesis debe ser comprobable experimentalmente, directa o indirectamente, y ser susceptible de refutación. El psicoanálisis contiene construcciones irrefutables, como el Complejo de Edipo en la formulación de Freud, y otras que fueron refutadas experimentalmente, como la represión de hechos traumáticos (1).
4. Exactitud: El lenguaje empleado debe ser claro, preciso, exacto, y evitar la ambigüedad.  En el psicoanálisis los conceptos (por ejemplo, Libido) pueden tener más de una acepción, y autores como Lacán, con su sintaxis rota, su abuso de disciplinas que ignora (topología, lógica, matemáticas), y su oscuridad, podrían ser mejor clasificados como místicos – o charlatanes- que como científicos (2).
5. Superposición: Las ciencias comparten parcialmente las investigaciones e interactúan: la economía se sirve de la historia y de la sociología; la química se sirve de la física. El psicoanálisis está solo, aunque en el pasado haya incursionado en otros ámbitos para hacer el ridículo: por ejemplo, la explicación del origen de la cultura en Tótem y tabú, o la explicación de la revolución rusa, causada, según Gorer, por cómo ceñían el pañal las madres rusas.
6. Comunidad crítica: La ciencia necesita de la crítica y se expone voluntariamente a ella. El psicoanálisis la rehúye,  desde que Freud decidiera dogmáticamente que nadie puede hablar de su  disciplina sin haber pasado por la experiencia psicoanalítica, e impusiera el análisis didáctico como requisito inevitable (3).
Célebremente, epistemólogos como Popper, Lakatos, Grünbaum, Cioffi, y Bunge consideran al psicoanálisis no científico.
No obstante, todavía se podría afirmar que, aunque no sea científico, es efectivo y cura. Lamentablemente, esto tampoco es verdad. Los estudios realizados para poner a prueba la efectividad del psicoanálisis dan resultados contrarios, que lo proponen como un tratamiento inútil, o similar a un tratamiento placebo (4). La única opción para sostener que es efectivo, es atenerse a las anécdotas y opiniones de psicoanalistas o de sus pacientes conformes (los hay también disconformes).
La opinión de psicoanalistas no es válida, pues se compone de anécdotas no comprobables; la opinión de los pacientes, tampoco, pues son casos meramente anecdóticos, que no difieren sustancialmente del relato de las  personas que aseguran haber sido curadas por un curandero, un mago, la homeopatía, o su propia mente: se fundan en la falacia de afirmación del consecuente (5). Desde el punto de la evidencia, es una práctica tan justificable como el curanderismo o el vudú.
Otro factor importante es que la cura, no es lo que entendemos usualmente por cura, sino algo diferente: no implica la desaparición del trastorno, sino algo más bien difuso, que a veces puede equipararse con su aceptación: el paciente no deja de ser impotente, pero lo acepta, y obtiene a cambio de su dinero y acaso varios años de terapia una bonita explicación de su impotencia.
El resto del mundo ha abandonado el psicoanálisis en beneficio de terapias de base científica, que pueden demostrar estadísticamente sus resultados, como la terapia cognitivo-conductual. Sin embargo,  sobrevive con algo de vigor en Argentina y Francia, y muchas personas creen todavía que es una ciencia, y que cura. Es importante aclarar estos puntos y desmoronar esta injustificada confianza, pues, ¿cuántas personas se someterían a la terapia psicoanalítica si se les dijera, de antemano, que es una de las más caras y largas del mercado, que no cura, en el sentido tradicional de la palabra, y que no tiene bases científicas?
Notas.
1.    Refutada por los trabajos de la Dra. Elizabeth Loftus: http://socialecology.uci.edu/search/node/loftus
2.    Para errores gruesos de Lacán en cuanto a topología, lógica y matemáticas puede leerse el capítulo que  le dedican Sokal y Bricmont en su libro “Imposturas Intelectuales”.
3.    En Freud, “Lección XXXI. Disección de la personalidad  psíquica”.
4.    M. L. Smith y G. V. Glass, “Meta-analysis of psychotherapy outcome studies”, American Psychologist, 32, 1977, p.752-760. 
El informe del Inserm (censurado por el lobby psicoanalista francés, en el 2004)
INSERM.
Psychothérapie: Trois approches évaluées”, Expertise Collective INSERM (O. Canceil, J. Cottraux, B. Falissard, M. Flament, J, Miermont, J. Swendsen. M, Teherani, J. M. Thurin), INSERM. 2004, 553 p. 
N. Sartorius. G. De Girolamo, G, Andrews, A. German & L. Eisenberg, “Treatment of mental disorders.
A review of effectiveness”, Washington, WHO, American Psychiatric Press, 1993. 
5.    Consiste en suponer una relación causal entre dos hechos, sin tener datos que la justifiquen (por ejemplo: hecho a. cualquier terapia;  hecho b.  cura o mejoría).



Nota por
; Mauro Lirussi