“Considerados desde el
punto de vista de su existencia terrestre; es decir, no ficticia, sino real, la
masa de los hombres presenta un espectáculo de tal modo degradante, tan
melancólicamente pobre de iniciativa, de voluntad y de espíritu, que es preciso
estar dotado verdaderamente de una gran capacidad de ilusionarse para encontrar
en ellos un alma inmortal y la sombra de un libre arbitrio cualquiera. Se
presentan a nosotros como seres absoluta y fatalmente determinados:
determinados ante todo por la naturaleza exterior, por la configuración del
suelo y de todas las condiciones materiales de su existencia; determinados por
sus innumerables relaciones políticas, religiosas y sociales, por los hábitos,
las costumbres y las leyes, por todo un mundo de prejuicios y de pensamientos
elaborados lentamente por los siglos pasados y que se encuentran al nacer a la
vida en sociedad; de la cual no fueron jamás los creadores, sino los productos,
primero, y más tarde los instrumentos. Sobre mil hombres apenas se encontrará
uno del que se pueda decir, desde un punto de vista no absoluto, sino solamente
relativo, que quiere y que piensa por sí mismo. La inmensa mayoría de los
individuos humanos, no solamente en las masas ignorantes, sino también en las
clases privilegiadas, no quieren y no piensan más que lo que todo el mundo
quiere y piensa a su alrededor; creen sin duda querer y pensar por sí mismos,
pero no hacen más que reproducir servilmente, rutinariamente, con
modificaciones por completo imperceptibles y nulas, los pensamientos y las
voluntades ajenas. Esa servilidad, esa rutina, fuentes inagotables de la
trivialidad, esa ausencia de rebelión en la voluntad de iniciativa, en el
pensamiento de los individuos son las causas principales de la lentitud
desoladora del desenvolvimiento histórico de la humanidad”
Bakunin en “Incitar a la Acción”
pag: 48
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